Cuando hayas hecho todo lo que esté en tus manos para tratar de solucionarlos, déjame el resto a Mí. Si te abandonas en Mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios.
No te desesperes, no me dirijas una oración agitada como si quisieras exigirme el cumplimiento de tu deseo. Confía solo en Mí, abandónate en Mí. Así que no te preocupes, echa en Mí todas las angustias y duerme tranquilamente.
Dime siempre:
Jesús, yo confío en Ti. Y verás grandes milagros...
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